De niño, me preguntaban: Juanito, ¿qué quieres ser cuando seas grande?, yo respondía sin dudas: «¡Quiero ser piloto!». Pues, ¡todos los niños suelen soñar con ser piloto o astronauta! Sin embargo, con el tiempo, nuestros sueños suelen olvidarse. Pero ese no fue mi caso.
Desde muy pequeño, me encantaba el cielo. Mi padre era piloto de aviación civil, y al mirarlo, me imbuí de la flor romántica de esta profesión: uniformes ceremoniales, una multitud de bellas azafatas, vuelos interminables a los lugares más remotos del mundo. Al ver las miradas de admiración de la gente cuando descubrían qué hacía mi papá, soñé con ser como él.
A los 13 años ingresé a la escuela de pilotos y aviones, donde me gradué con honores. Luego, a la academia. Al mismo tiempo, practicaba deportes, pasé las normas de TRP también con notas excelentes.
Tal vez mi pasión por el estudio o mi adicción a los juegos de simulaciones de vuelo en la computadora, me jugaron una mala pasada, pero una vez en el comité médico, al comienzo del año escolar, escuché algo que casi pone fin a mi carrera posterior: visión -3.
Claro, había notado un deterioro de la visión antes, pero, por estupidez adolescente, decidí no decirle nada a mis padres. Me di cuenta de que esto era una amenaza para mi futura carrera, así que aprendí de memoria la tabla oftalmológica y pasé sin problemas todas las revisiones médicas, engañando con éxito a los médicos. Pero aquella vez, el médico me hizo una trampa, y el engaño se abrió.
Parecía que mis sueños iban a fallar. Ya solo me quedaba convertirme en piloto aficionado en algún club aéreo y trabajar como despachador en tierra. Ni el cielo, ni el timón, ni el uniforme del desfile, ni la multitud de bellas azafatas. Ser comandante del cielo es honorable, y era eso con lo que había soñado.
Obviamente, había una salida: hacer una corrección de visión con láser. Pero el año escolar estaba en pleno desarrollo. La cirugía me dejaría fuera de servicio durante semanas, lo que significaba un rendimiento académico deficiente, lo cual era inaceptable. Además, había riesgos.
Entonces, mi padre se entrevistó con los oftalmólogos más reconocidos de la región, para responder a la gran pregunta: «¿Se puede ajustar la visión sin cirugía?». Y la prespuesta resultó ser positiva. Esa fue la mano del Señor, a la que me aferré como mi última esperanza.
Aquel médico no era un simple oftalmólogo, sino que dirigía un laboratorio completo de medicamentos para mejorar la visión. En aquel entonces, mi padre había trabajado en la aviación durante más de 30 años y, por supuesto, tenía muchos contactos útiles por todo el mundo.
Así que, el laboratorio estaba terminando el registro de un nuevo medicamento llamado Vistamax. El efecto del remedio es comparable a la acción de la cirugía de corrección de visión con láser, solo que tiene algunas ventajas: no requiere un período de larga y tediosa recuperación, y su uso no implica ningún riesgo o daño colateral.
El estudio, realizado en un grupo de 1000 voluntarios (con diferentes causas y grados de discapacidad visual; hipermetropía y miopía; astigmatismo, etc.) mostraba como resultado: Vistamax es válido en el 100% de los casos.
En aquel entonces, el preparado me llegó gratis, porque aún no había salido a la venta. Como dije antes, el registro de Vistamax en el mercado ecológico estaba recien concluyendo. Quedaban solo algunos puntos formales, pero ya estaba claro que era un remedio seguro, sin igual y con una alta eficiencia.
Tomaba Vistamax de acuerdo con las indicaciones del médico, y ya a partir de las primeras semanas medicándome, notaba mejoras significativas. Después de dos mes, mi padre insistió en una nueva revisión médica en la Academia, y esta vez, a pesar de todos los trucos del médico, ¡el resultado mostró una visión casi al 100 por ciento! Después de haber pasado los exámenes con éxito, continué mi formación.
Han pasado varios años, hoy en día soy un graduado de una de las bodegas de aviación más prestigiosas del país y soy piloto de aviación civil. Puedo decir que me he convertido en una persona muy feliz y he cumplido mi sueño al 100%. Hoy tengo todo lo que soñé desde la infancia: el cielo, el timón y todo un mundo en el que no hay límites. Además, en el trabajo, conocí a mi bella esposa, ella es una azafata y siempre volamos juntos.
Como alguien que ha llegado a su objetivo, puedo dar un pequeño consejo a todos los lectores de Esquire: ¡Cultiven sus sueños! Y sepan: no existen problemas insuperables. Si realmente desean algo y hacen todo lo posible para lograr el objetivo, incluso un milagro podría sorprenderlos en algún momento.
De la editorial: Hemos hablado sobre el remedio Vistamax con el catedrático del Instituto nacional de medicina Víctor Fernández:
«Vistamax es un fármaco único en su género que permite resolver una amplia gama de problemas asociados con la disminución de la calidad de la visión. Contiene los componentes más efectivos que restauran el funcionamiento de los músculos oculares y mejoran el estado de la lente. De hecho, la eficiencia de Vistamax es incluso mayor que la de la corrección con láser.
El único problema es que encontrarlo ahora es bastante difícil. Por lo que sé, el proyecto no logró recibir fondos suficientes y el fabricante produce el medicamento en lotes limitados. Es un hecho sorprendente. Tal remedio podría fácilmente explotar el mercado. ¿Tal vez el su prescripción contradiga los intereses de algunas industrias médicas...? Pero bueno, ya este es otro tema del cual habría mucho de qué hablar.
Nuestro equipo editorial logró ponerse en contacto con el fabricante de Vistamax y averiguar que ahora este medicamento está disponible para pedir en el sitio web oficial con un descuento.
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